X. "Mira, mamá, un avión"
En un día común y corriente, como puede ser el martes por la noche, una ciudad es capaz de mostrar un sin fin de eventos interesantes que le pueden decir "algo" a su interior.
Siendo así, nunca menosprecie una lata de soda olvidada en la parada del autobús. Como tampoco ignore al mendigo que cruza la calle mientras Ud. va de regreso a casa. Al contrario, fije su atención en estos eventos tan cotidianos. Quizá sienta la necesidad de componer un haiku. Trate siempre de componer sólo uno a la vez, aunque no está de más que lo intente hacer desde varios puntos de vista.
Anótelo en lo que tenga a la mano (o si ya a estas alturas posee un cuadernillo destinado para el caso, enhorabuena) y después olvídelo.
Sí, así como lo leyó: o-l-v-í-d-e-l-o.
último tren
vaivén de una botella
abandonada

Aníbal Figueroa
Al día siguiente, déle un vistazo a las cosas que ha escrito recientemente y verá cuántas sorpresas se lleva.
patio de luces
zumban acompasándose
ventiladores

Mavi
Para que dicha actividad se concrete del todo, procure revisar su cuadernillo de andanzas por las mañanas, o si lo desea, siempre que Ud. se sienta con la mente lo suficientemente clara y serena.
la mecedora
en el piso de arriba
con su vaivén

Maramín
Cierto, será muy probable que muchas de sus notas no le parecerán dignas de ser haiku urbano, "luz que no quema, sólo deslumbra". Pero siguiendo este proceso pronto descubrirá que es bastante natural tener que componer varias propuestas para ayudarle a reconocer cuál es la mejor. Recuerde que el haiku siempre asoma por encima de la cotidianidad. Es la cumbre de esa cotidianidad.
Por tal motivo, no se desanime si esto le ocurre, pues al menos de todo lo escrito saldrá un chispa de haiku urbano que le dibujará una sonrisa en el rostro.
¿Acaso existe una mejor manera de comenzar el día que con una sonrisa en el rostro?
un tiesto roto
a la entrada del metro
nomeolvides

Jorge Braulio
Israel López Balan