VI. Ciudades invisibles
Por el contrario, a veces le ocurrirá que la ventana del haiku es tan pequeña que la ciudad es apenas reconocible. En tales casos, deberá tener especial cuidado de que lo narrado contenga los elementos necesarios para que el haiku pueda sugerir por sí mismo que se trata de un evento captado en la ciudad. De no ser así, el terceto en cuestión sólo podrá aspirar a ser nombrado como haiku. No como haiku urbano.
crece la sombra
del edificio de enfrente
en mi veranda.

Maramín
Se podría decir que el haiku habla entre líneas, y es precisamente esa estructura tan breve que le caracteriza, la que le ayuda a hacer de lo ordinario algo extraordinario.
Con las ciudades pasa lo mismo. Existen ambientes y situaciones "invisibles" que son producto de las actividades que en ellas se realizan, pero que, a pesar de que no las podemos ver, de alguna u otra forma nos envían un mensaje que cada habitante interpreta a su manera.
Verde, amarillo,
Rojo, verde, amarillo,
La tarde entera.

Daniel Vera Cortés
Por ejemplo, pensemos en ese callejón solitario y descuidado por el cual hemos pasado en algún momento de nuestras vidas. La sensación general que a muchos nos provoca este tipo de lugares es de inseguridad y alerta. Pero la realidad es que muchas veces ese callejón solitario y descuidado sólo es producto de nuestra memoria colectiva, misma que en tiempos recientes ha sido fuertemente influenciada por una sobredosis de películas de acción y cosas por el estilo. El callejón solitario y descuidado es sólo eso: un simple callejón solitario y descuidado.
A partir de lo anterior, sólo mire bien por donde pisa y siga andando. Entre más lento, mejor y al final mencione las cosas lo más nítidamente posible. Evite ponerle de su cosecha.
atardecer
brillo de espejos rotos
en la basura

Susana Dorantes
Israel López Balan