XII. Jaikus, jaikus, jaikus...
(A Ana Belén, que me descubrió este rincón)
Con este artículo concluyo la serie "Un metro de alto". Cuando Luis Corrales me la encargó dudé sobre cómo enfocar los textos. Tenía, eso sí, la vaga idea de escribir algo fundamentalmente vivencial. Al final compruebo que he mezclado un poco de todo: anécdotas, haibun, crítica literaria... Espero que finalmente haya quedado entretenida y haya aportado algo de frescura.
Conocí el jaiku hace 20 años. Mi amigo Ángel Aguilar me regaló el librito Haiku de las estaciones, una antología de haiyines clásicos japoneses traducidos por Alberto Manzano y Tsutomu Takagi, y el flechazo tuvo lugar. Posteriormente compré Haiku de las Cuatro Estaciones, de Basho, obra que me influyó muchísimo (incluso a la hora de ordenar visualmente los poemas) en mi libro Diario de un holgazán. Luego vinieron Issa (¡qué bello el ejemplar de 50 poemas editado por Hiperión!), Shiki, Buson, y diversas antologías, entre las que destaco Nieve, luna, flores, de Bermejo. Con respecto a los textos críticos considero imprescindible el clásico de Rodríguez-Izquierdo (El haiku japonés), así como todos los de Vicente Haya.
Estos últimos años están siendo apasionantes (eso percibo) para los autores de haiku en Hispanoamérica. Creo que estamos, entre todos, dando a conocer este género en los países de lengua castellana. Cada día un poco más. Reconozco a Rodríguez-Izquierdo, Haya y Bermejo como nuestros guías, pues nadie conoce acaso las claves del haiku japonés como ellos. También hay que destacar la labor de traductores como Antonio Cabezas (¡sus Jaikus inmortales!), Francisco F. Villalba, Justino Rodríguez, Ricardo de la Fuente, Eduardo Moga, etc.
Por otra parte se encuentran las páginas web, que mantienen el contacto entre los incipientes haiyines: El Rincón del Haiku, Asfalto Mojado, No-Michi, Paseos, Haikuweb y otras muy interesantes. Con la guía de unos, la lectura de los clásicos y los talleres virtuales vamos aprendiendo, como buenamente podemos. Fallando mucho, escribiendo muy a menudo tercetos que no son haiku. Tanteando y experimentando. Enriqueciéndonos mutuamente.
Con respecto a las antologías del haiku en castellano, creo que la más cercana al espíritu del género es Poetas de corazón japonés (no es de extrañar, estando quien está detrás de ella: Haya y Corrales). Alfileres, de Josep M. Rodríguez, me pareció una pequeña joya bibliográfica y una curiosa mezcla Oriente-Occidente. Realmente todavía cuesta mucho a la mentalidad occidental el despojamiento, la humildad, ese salto al vacío que supone esta poesía japonesa. Y no siempre lo logramos, aunque los intentos puedan fructificar en hermosos poemas.
El haiku ha sido y es para mí un tesoro, yo diría que la infancia recobrada. Me acompaña y ayuda en mi vida. Me hace bien.
Espero seguir contribuyendo durante muchos años con todos vosotros, amigos-hermanos jaiyines, a su asentamiento en nuestra lengua. Y, como dijo un escritor al que admiro, ojalá algún día todos los habitantes del planeta sepamos escribir en clave de haiku y, de esta manera, nos acerquemos acaso a la tan ansiada hermandad entre los pueblos. Un abrazo.
Frutos Soriano