IX. El silencio de las chicharras
(A Toñi, autora del segundo jaiku)
Querida amiga:
Me alegró mucho encontrarme contigo, sorpresivamente, en la biblioteca, tras nuestras vacaciones. Mientras nuestros hijos buscaban sus libros y cómics (todavía estoy tentado de decir "tebeos", eso denota mi edad) comenzamos a hablar sobre cuentos infantiles, poesía japonesa...
Me resultó curiosísimo que los dos estemos, estos días, trabajando un jaiku sobre el mismo tema: el silencio de una chicharra. Una sincronicidad, diría Jung.
Respecto a mi jaiku, te voy a contar un poco el proceso que ha seguido (aún no tengo decidida la versión definitiva). Ya sabes que a veces estos poemillas brotan directamente y no precisan revisión. Otras veces necesitan correcciones y correcciones, dejarlos madurar, esperar a que el tiempo decida su forma. Pues bien, te cuento. Iba caminando por el monte y oí el canto de una chicharra. Decidí seguir el sonido hasta que la encontré, posada en el tronco de un pino, del mismo color que éste, como si fuera un trocito de corteza a punto de desprenderse. Entonces, al acercarme, la chicharra se calló. Me quedé mirándola un rato y sentí su silencio de forma intensa. Pensé algo así como: "qué ruidosas son cuando cantan y qué silenciosas cuando callan". Luego, al volver a la casa donde estaba hospedado, cogí mi cuaderno y escribí:
estridente chicharra
y cuando calla
¡qué silenciosa!
No acabó de gustarme. Los versos, aunque expresaban bien la idea, se me quedaban escasos, sin chispa. Intenté otra versión:
quieta en el árbol
¡qué silenciosa ahora
esa cigarra!
Seguía sin convencerme. Volví a intentarlo:
una cigarra
inmóvil en el pino
¡qué silenciosa!
Ya parecía que me iba acercando a lo que sentí cuando la miraba, asombrado por su silencio concentrado, intensísimo. Lo dejé ahí. Pero, tras nuestra conversación en la biblioteca, volví de nuevo y he aquí mi última versión, que no sé aún si será la definitiva:
una cigarra
en el tronco del pino
¡ah, qué silencio!
Con respecto a tu jaiku, el primer conato no convence:
cantas, chicharra
en la tarde, si callas
¡uf, qué descanso!
Quieres expresar la tarde de verano, el canto de la chicharra y el alivio cuando se calla. El problema principal, según tú dices, es el verso central. Tampoco estás muy conforme con los verbos ("¡dos son demasiados!") y la oración subordinada. Probemos otras posibles versiones:
ya se calló
por fin la chicharra
tarde estival
Ahora que lo pienso: la chicharra sólo canta en verano, por lo tanto quizá no sea necesario hacer mención de estación en el tercer verso, a no ser que quieras hacerlo por las connotaciones que el verano tiene de descanso, ocio, relajación, relacionándolas con la tranquilidad que proporciona la chicharra cuando se calla. ¿Qué tal así?
ya se calló
por fin la chicharra
tarde tranquila
Y también podría valer:
se calló
por fin la chicharra:
¡ah, el verano!
Y ahí nos quedamos, por ahora. Yo no tengo clara la versión definitiva de mi jaiku (sobre el tuyo eres tú la que tienes que decidir). Otras veces me ha sucedido lo mismo: dudo entre varias versiones, no pareciéndome ninguna lo suficientemente buena, aunque notando que todas se acercan a lo que sentí en un principio. Haré, por tanto, lo que he hecho otras veces y tantos buenos resultados me ha dado: enviaré el jaiku "a la nada", lo olvidaré por completo y esperaré a que un día, sin que medie voluntad por mi parte, aparezca claro en mi conciencia, definitivo.
Un abrazo y ojalá que no haga mella en ti el famoso síndrome post-vacacional.
Frutos Soriano

Post-data: A los pocos días de publicar "El silencio de las chicharras", el jaiyín Israel López Balan (responsable de la web de haiku urbano Asfalto Mojado) me envío un correo en el que añadía su versión del haiku "una chicharra". Versión que me pareció excelente; es más, le he pedido permiso para publicarla en esta nota y dar por cerrado (acaso) el proceso de creación de este jaiku, considerando el suyo difícilmente mejorable. He aquí el poema:
una cigarra
quieta en el pino
...el silencio