XIV. Puertas y ventanas
Abrir puertas y ventanas: la luz del amanecer entre gritos de gaviotas desvelando el sonido descolorido de las barcas que suavemente golpean el embarcadero.
Cerrar ventanas: el silencio de un dios enjaulado que despierta desnudando sombras y el perfil de la ensenada por acantilados impronunciables.
Abrir ventanas: cientos de peces varados en la arena por las aguas cubriendo pulcramente el brillante resplandor de las escamas.
Cerrar puertas: mi madre sacudiendo la mañana, sacudiendo el polvo que se enreda en su piel y su voz como una campana resonando por todo el litoral.
Abrir puertas: los niños preguntando al mar por su extensión, cantándole a las olas, a los ojos de las piedras, cantándole a la duda, cantándole a la luna.
Cerrar puertas: las horas oscuras de mi padre entre el intenso olor de las peñas y esa cueva por donde la noche permanece detenida, bostezando como puertas que se abren y ventanas que se cierran.
Puertas y ventanas
sólo algunas guardan
secretos
Alfonso Cisneros Cox