XII. Lluvia de estrellas
Llovían estrellas en el cielo como música en el agua. El espejo de la ensenada iluminaba horas translúcidas y centelleantes. Atrapar la luna con la mano era la más bella ilusión, aunque su reflejo se desvaneciera entre los dedos.
Lográbamos develar el sonido más perfecto del horizonte, abriendo ventanas de la única morada: el murmullo de las olas resonando en la quietud de nuestros cuerpos. Esperábamos poblar de música las horas de la memoria y juntar las estrellas reflejándose en el agua.
Pero un quejido de pasos resonó crujiendo por el muelle, y eras tú caminando bajo la luna, caminando bajo la sombra, con tus ojos siempre detenidos.
Cuando callas
todo permanece
pensativo
Alfonso Cisneros Cox