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Siesta en el huerto.
Para mecer la hamaca
basta la brisa.




Antes la sombra
de un pájaro que el pájaro
en la pared.




La tarde alarga
la sombra de una acacia
sobre la tapia.




Desvaneciéndose
a mis pies el manzano.
Siesta en la hamaca.




Después de ver
las manzanas del huerto,
verte desnuda.




La mariposa
no entiende que ese plástico
no sea flor.




Comiendo pipas.
Las corrientes del río,
los tajamares.




Contemplo el campo.
Llega a mi lado un perro,
no sé de dónde.




Tierra quemada.
Pero ya los primeros
brotes de hierba.




Tras las colinas
del sol ya sólo queda
un resplandor.




Pasas las fiestas
frente a las atracciones,
hombre sin pierna.




Durante un rato
cambio a Bach por los grillos
y aparco el coche.




Curó el estómago.
Después de tantos días
¡salir al sol!




No se ve el mar,
pero huele a salado
ya en esta calle.




Playa aún temprano:
más huellas de gaviotas
que de personas.




Pueblo pesquero.
El viento rociando
de mar las casas.




Quieta, tan sólo
apoyada en el viento,
una gaviota.




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