Aisha Balbuena
Huelva, España
Sin esperarlo,
llega y explota
en mi pecho el azahar.
Va sin prisas:
sólo le esperan
las palomas del parque.
Leonardo: Puede no ser un buen haiku. Pero es un maravilloso poema.
Por el sendero
perro y amo
igual de solos.
Sin dejar de teclear
miro al gorrión,
escapo con él.
Fernando López Rodríguez: Deslumbramientos al cuadrado. Su tarea, y el gorrión. La posibilidad de huir en forma de gorrión es cierta cuando la poesía nos habita. Muy bueno el haiku.
Me fundo con el cristal:
una hoja seca
se estampa en mi cara.

Alberto Panizo Pragitam
Tarragona, España
Escurridizas
Las palomas zurean
En mis sueños
Van y vienen
Escriben en el cielo
Las golondrinas
El vagabundo
Soñando en el andén
Menudo viaje
Entre las vías
Muestra su orgullo
La amapola
Tarde en Goa
Los cuervos y la siesta
La siesta y los cuervos

Antonia Sánchez Verdejo
Albacete, España
pájaros tristes
en otoño se marchan
ya no regresan
bajo mis pies
alfombra susurrante
las hojas muertas
¿no es valiente
ese rayito de luz
tras la tormenta?
Francisco Jiménez Carretero: La luz, siempre la luz a pesar de la oscuridad. Hay sombras gracias a la luz. Este poema da fe de ello.
Frutos Soriano: Ha sido valiente Antonia con ese diminutivo que deja un verso octosílabo, pero que añade gracia y ternura al jaiku.
gotas de lluvia
las dejan en mi abrigo
coches que pasan
mañana fría
solitario camino
mas voy cantando

Barbarroja
Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), España
Olor a rosas
amarilla
la primera que ví.
Frutos Soriano: Nos volvimos adultos y perdimos esto: el instante. Pero el pirata Barbarroja nos abre su cofre de instantes preciosos: una rosa amarilla, el balido de un hombre, palomas que han huido, un nenúfar reluciente, un gatito bajo un coche...Y recuperamos esto: el instante.
Luis Corrales: Describe muy bien la sorpresa. El poeta descubre las rosas por su olor (primer verso), y en segunda instancia las busca con la mirada.
Ángelus
ausencia de palomas
en el campanario.
Luna menguante
y aun así resplandece
el nenúfar blanco.
María González: Me gusta la imagen, es muy poética.
Luis Corrales: Imagen de una blancura espectral, de una luna que mengua en luz y tamaño y de un nenúfar que, en medio de la noche, parece guardar un tanto de esa blancura para sí.
Solo en el monte.
Respondo al balido
de las ovejas.
Luis Carril García: La descripción de cómo una sensación de hermanamiento con la Naturaleza puede suceder con la mayor intensidad y total dignidad con algo a priori tan prosaico como un rebaño de ovejas. Deja en mi mente el eco de la palabra "silvestre". Enhorabuena.
Jayer: Hay un giro infantil reconfortante en este poema que alegra la soledad.
Luis Corrales: Recuerda a Hosei y su "Ni tosiendo / dejo de estar solo", aquí con más comicidad y -al menos en primera lectura- menos sacralidad. Todos los seres humanos hemos hecho alguna vez muecas delante de un espejo; igualmente, en algún paseo solitario por el campo, todos hemos hablado alguna vez con una vaca o con las ovejas. Responder a un balido para confirmarse uno en el mundo, olvidando prejuicios, riéndose de uno mismo. Y contarlo en un haiku.
Maullidos
bajo el motor caliente.
Noche de Pascua.

Bardazoso
Barcelona, España
Revolotean,
los copos con los pétalos,
según el viento.
Desequilibra
la balanza el salmón,
de un coletazo.
Dana del Valle: Me gustó, es espontáneo: el pez desequilibrando la balanza.
Luis Corrales: Una pequeña historia en tres versos sobre un salmón que no se dejaba dominar. Es muy espontáneo; tiene también su punto de tristeza.
Siempre volubles,
en la noche sin luna,
las llamaradas.
En el umbral,
desatados los lazos,
el par de botas.
Sergio Abadía: Los dos descansan, hombre y botas.
Por sus pisadas,
dejóse conocer
el caminante.

Camila
Ciudad de México, México
abrí la ventana
para sacar una mosca
y llegó otra
Luis Corrales: Un episodio casero contado con frescura, sin mucha premeditación. Está al borde del senryû.
José María Bermejo: Este haiku -tan logrado, tan expresivo- me recuerda otro de Issa, que dice así: "La mariposa / vino al jardín y se / marchó con otra". En ambos hay naturalidad, observación, contraste y misterio.
coleccionando piedras
la luna llena
flota en el cielo
Frutos Soriano: Haiku tranquilo, sedante, cotidiano y lleno a la vez de magia.
vestido de luto
las flores del jacarandá
caen por sí mismas
Grego: Me gusta la imagen de las flores del jacarandá cayendo ante esa persona vestida de luto; ese contraste es muy bello, tanto en el color como en lo que significan; elementos distintos se unen en ese instante.
otra vez azul
los bomberos bajan
del monte sin humo
terreno seco
el silbato del tren
¿viene o va?
Katzu: Silencio y soledad quiebran el paso del tiempo baldío. El silbato viaja como un canto a lo largo del páramo, que internamente se vuelve pregunta en el corazón del poeta.

Carenye
San Cristóbal, República Dominicana
Noche de insomnio.
No hay sueño en los ojos,
tampoco luna
Lluvia nocturna.
Bajo el tordo un mendigo
y dos narcisos
Rosa insólita
sobre la rama seca:
la mariposa
María González: Simplemente me gusta.
Allende la lluvia
bajo el viejo puente
sigue la canción
Tras sus rejas,
mirando la flor, el mono
¿filosofaba?
Frutos Soriano: Cómo me recuerda este jaiku a aquél otro de Tablada: "El pequeño mono me mira: / quiere decirme / algo que se le olvida". Ambos me parecen tiernos, graciosos, humanos (humanizan al animal, nos lo hacen más cercano).

Chiquita
Buenos Aires, Argentina
Las hojas secas
nuestros pasos crujientes
senda otoñal
Marta Harnecker: Muy musical y emotivo.
Verano insomne
estrellas titilando
en las pupilas
Frutos Soriano: Hace mucho tiempo otra poeta de jaiku vio el mar en los ojos de su gato. Hoy "Chiquita" nos muestra algo parecido: lo inmenso reflejado en lo "chiquito".
Sed estival
la tarde se demora
en mustios pétalos
Patos rasantes
descifrando el ocaso
lago de estío
Luis Corrales: "Descifrar el ocaso" es una expresión quizá demasiado elaborada para un haiku, que debería ser tan directo como una mera descripción. Pero la imagen y el poema en sí son muy bellos. Destaco también el hecho de que quien "descifra" pueden ser los patos o el propio poeta.

Conrado Castilla
Lucena (Córdoba), España
Suena cual rumor
el calor, que encendido
crepita suave.
Cristales fríos.
Filos de hielo cuelgan
de los aleros.
Allá a lo lejos
un látigo de luces
relampaguea.

Dana del Valle
Buenos Aires, Argentina
Desde su celda
el reo mira el cielo
y no ve rejas.
Dulcinea: El ansia de libertad del preso está en el el trozo de cielo que ve por la ventana.
Polvo en la mesa,
un par de fotos sepia
...manos que tiemblan.
Sergio Abadía: Toda una vida en esas fotos, sólo quedan recuerdos.
Entre las ramas
un pedazo de luna
quedó atrapado.
Francisco Jiménez Carretero: Difícil de comentar, porque su sencillez lo comenta por sí mismo. Estupendo haiku.
A todo ritmo
la abuela y su croché,
gato y ovillo.
Fernando López Rodríguez: Ella teje ausencias, el gato enreda las horas baldías, es una forma de tejer en el juego de estas dos soledades. Un excelente haiku. Felicitaciones.
Qué está más lejos,
¿la luna o la ciudad?
-pregunta el niño.
Frutos Soriano: Dana del Valle nos entrega este flash. Como una periodista atenta a noticias mínimas, nada espectaculares, pero que nos arrancan una sonrisa.
Luis Corrales: Muy tierno. La mirada de un niño, siempre un puro haiku.

Dani Rubio
Huelva, España
Con mucha fuerza
se pega la pequeña
a su hokkairo

(hokkairo: pequeña bolsa contenedora de cierto preparado químico que proporciona calor durante unas horas)
¡Mala suerte!
cuando estornuda
la ceramista
Es cuando duermo
que algo me susurra
algún mosquito
Devoran el pan
demasiadas palomas
y un gorrión

Daniel Felipe Camacho
Bogotá, Colombia
El cielo amarillo
pensando en ti
un día brillante
Frutos Soriano: Me parece un jaiku muy interesante, pues une el mundo exterior (cielo amarillo, día brillante) con el interno (pensando en ti). El poeta está sumido en sus pensamientos, pero el día y el cielo brillan. De uno a otro mundo va el poeta, como meciéndose. Finalmente ambos mundos son uno en un jaiku limpio, sereno.
Las hojas brotando
el frío y mi respiración
otro día se apaga

Diego Ariel Vega
Buenos Aires, Argentina
En el estanque
Comienza el concierto:
Croar de ranas.
Fugaz existir
De alas de manteca,
Mariposita.
Batir de alas,
Plumajes coloridos.
Hoy hay migración.

Domènec
Barcelona, España
agua de abril,
murmullo de abejas
entre las flores
María González: Hace referencia a la estación del año o kigo, que para los haijin ortodoxos es esencial para que sea haiku. Y todavía me pregunto, ¿para nosotros los occidentales también debería ser?
Frutos Soriano: Frescor del agua. Sonido de agua y abejas. Olor de las flores. Haiku de sentidos abiertos. Humilde, podría pasar desapercibido. Como buen haiku, se esconde a los ojos apresurados.

Dulcinea
Málaga, España
¿Qué acecha el gato?
¿un ratón escondido?
¿su propia sombra?
La luna llena
parece que en la noche
puedes tocarla.
La mujer duerme
mientras la mecedora
sigue su ritmo.
Dana del Valle: Se ve la imagen perfecta de esa mecedora y del movimiento involuntario, me parece de una sencillez que llega muy hondo.
Katzu: El tiempo prosigue y somos nosotros los que nos llenamos de significados. En este haiku, aparentemente, todo pasa desapercibido, callado. Pero dentro de la imagen se quiebra la quietud diciéndonos muchas cosas.
Casita humilde:
alguien puso una planta
en la ventana.
Dana del Valle: Esa planta en la ventana: humildad y belleza.
Jordi Climent: Me gusta este haiku porque me produce un sentimiento que no acabo de identificar. Quizá sea un poco de ternura, un poco de inocencia... No sabría explicarlo muy bien. Me imagino esa casita humilde, pero acogedora, llena de gentes acogedoras. Una de esas personas ha colocado una planta en la ventana. Es una planta modesta, como la casa, pero que adorna y da vida a ese hogar. En un mundo de diseño, a veces, una pequeña planta es todo lo que se necesita para marcar la diferencia.
Frutos Soriano: El detalle. Y lo que hay más allá. ¿Quién es ese alguien? De nuevo la pausa nos permite sentir. La cotidianidad está llena de tesoros, humildes como esta casita, como esta planta, como este jaiku. como esta autora.

Elías Dávila
Toluca (Estado de México), México
oh, gran pavo real:
en tu bello abanico
¡la primavera!
El viento frota
guijarros que en la noche;
serán luceros
Entre el follaje
el gusano de seda
leñador de luz

Emilce Pinazo
Choele Choel (Río Negro), Argentina
el sol, la luna
la misma luz refleja
día y noche
se desploman
los hielos sobre el agua
ruido en el glaciar
sin sol, sin luna
el árbol y su sombra
desaparecen
Luis Corrales: Y la haijin, tercer elemento que desaparece en la noche oscurísima de este hermoso haiku.

Emiliano Martín
Pensilvania, Estados Unidos
Hoja caída,
viento de otoño
sin esperanza.
Luna mirona,
la rana se esconde
entre los juncos.
La serenata
del grillo y la rana
es inminente.
Frutos Soriano: Haiku de lo que aún no ha sucedido, de lo esperado y presentido, que también vibra, que va creciendo en el vacío hasta ser.
Volcán dormido,
lava de años atrás
por la ladera.

Enrique Linares
Rocafort (Valencia), España
Con el bastón
se entretiene el anciano:
aplasta hormigas.
Dana del Valle: La ancianidad y ese paso de los días monótonos, un haiku que duele.
Luis Corrales: Como Santôka, que rompía ramitas. Monotonía y ¿crueldad? Es un haiku que valdría la pena analizar en otra ocasión.
José María Bermejo: La imagen, vívida y dura, con un punto de crueldad banal, plantea el duelo entre la vida y la muerte, la destrucción caprichosa. El haiku sugiere también el abandono del anciano e insinúa venganza y melancolía.
Queda en los labios
el regusto vibrante
del clarinete.
Viejo Libo: No en la vista, sí en el gusto, sí en el vibrar. Bellísimo haiku.
Katzu: Sonido y color encienden el poema: sensualidad, sentidos y la sensación de lo permanente. Como si el tiempo penetrara en la música y la música le diera sentido al tiempo.
Frutos Soriano: ¡Qué bien escrito ese segundo verso! ¡Qué plástico! ¡Qué adecuado lo que quiere decir con la forma de decirlo!
Crepita el fuego,
en paz se duerme el niño
junto al anciano.
Frutos Soriano: Sonido hipnótico del fuego, arrullando el sueño tranquilo del niño que encuentra un corazón cálido a su lado.
Se evade el viejo
con el humo de pipa.
Sigue lloviendo.

Eugenio Lorbada
Vitoria, España
rosa marchita
al caer se va hiriendo
con sus espinas
casas de adobe
y un nido de cigüeña
deshabitado
muerto de frío
mirando las estrellas
muerto de pena
Luelir: ¿Es un huido de las pateras? ¿Es un buscador en basureros? ¿Es un niño perdido? Da igual, ni aun mirando las estrellas se le va la pena. Este haiku es, además, bello con solo mirarlo. Entre dos "muerto"s, un vivo "mirando" las estrellas y ¡qué tres "puentes" (m) uniendo la pena y el frío! ¡Pura poesía visual! ¡Pura plástica!
en mi ventana
tejado y chimenea
y luna llena
Frutos Soriano: ¡Qué bien construido este jaiku! Nada sobra ni falta. Exacto como una fotografía, pero con temblor.
y ahora seguir
el resto de la vida
sin su sonrisa
Santiago Larreta Irisarri: Es duro y a la vez esperanzador. ¡Qué bien!
Frutos Soriano: Es un senryû, yo creo, este poema. Nos conmueve el decir algo tan dramático en tan pocas palabras. No se puede decir más, expresar más, conmover más, con menos.

Feral
Valencia, España
El estornino
le huye a la paloma...
Incomprensible.
Luz cegadora,
silencio, sopor, moscas...
Es el verano.
José María Bermejo: Directo y expresivo, este haiku define, con tres imágenes y un concepto, lo esencial del verano. Especial interés tiene la palabra "silencio", que parece relacionarse con el "sopor" y que nos sorprende por su verdad, como un elemento de sorpresa.
Entra en los chopos
el viento del otoño.
Lluvia de hojas.
Tarde invernal.
Se cuela por el cuello
el aire frío.
Luis Corrales: Bonita aliteración la del segundo verso.

Fernando López Rodríguez
Cartago Valle, Colombia
No pasó por aquí
la cruz del cura, pero
esta agua: ¡bendita!
Con la luna subí
tu calle. Yo, acezando.
Ella, plena de luz.
Como en alabanza
ante el caldo humoso,
las manos del abuelo.
Francisco Jiménez Carretero: Leyendo este haiku, imagino contemplar una fotografía en sepia de hace muchos años. Destila nostalgia.
Frutos Soriano: Se fija en el detalle de la posición de las manos. Actitud sagrada ante los pequeños ritos del día, como hacían nuestros antepasados, cuando la vida era más pausada.
Luis Corrales: Maravilloso haiku, estremecedor, tiernísimo y con un toque de humor tan sutil... Ese abuelo es también mi abuelo.
A la orilla del río
los pies del niño
dudan: ¿agua o camino?

Francisco Jiménez Carretero
Albacete, España
Uno a uno
me guiña sus tres ojos
el semáforo.
Con niños juegan
las olas que regresan
hasta la playa.
Frutos Soriano: Buen debú de Jiménez Carretero en La Pizarra. Haikus elegantes, bien construidos, llenos de encanto. Destacamos éste en el que la naturaleza se vuelve cándida como un niño.
No cae la araña
aunque pende de un hilo.
Equilibrista.
Estoy confuso
si digo adiós al mar
no sé si al cielo.
Una colmena:
perfectísima y dulce
arquitectura.

Franko Ríos
Santiago, Chile
Viento en espiral,
se levantan las hojas
muertas.
Las nubes se movilizan,
se nos permite
ver la luna.

Gary Arkham
Granada, España
Tonto cosquilleo
juega en mi espalda.
Ella espera.
Hace cosquillas
la brisa de otoño
en mi corazón.
Tras la persiana,
sola y muerta de frío,
brilla la luna.
Gotas de lluvia
bailan en los cristales
de mi ventana.
Tras la nevada,
sobre el gélido césped,
nata montada.

Gio
Santiago, Chile
poco a poco
el agua en la fuente
se detiene
Barbarroja: Mi fascinación por este haiku, fútil y trivial solo en apariencia, reside en su delicada capacidad para callar su verdadero sentido, que no es otro que el ensimismamiento que siente el haijin ante el incesante fluir del agua. Callar más que decir, este es el secreto que esconde esta pequeña joya. Enhorabuena, Gio.
Frutos Soriano: ¿Cámara lenta? No, simplemente el movimiento tal cual de los fenómenos naturales. Cada uno a su ritmo exacto. Es el poeta el que detiene su ir y venir, el que se para y rueda un corto zen.
amanecer -
junto al despertador
una nota
Jordi Climent: Qué sencillez, y sin embargo, cuánto sugiere este haiku. Es un poema de múltiples interpretaciones. Suena el despertador, y al buscar a la persona amada, sólo se encuentra una nota. ¿Se habrá marchado para siempre? ¿Es una nota de despedida? ¿Una nota de buenos días? ¿Una nota arrepentida por una noche de excesos? ¿Y de quién? ¿De una mujer? ¿De un hombre? ¿De una esposa? ¿De un amante? Muchas preguntas, aunque ninguna respuesta es realmente necesaria para disfrutar de este haiku.
Frutos Soriano: Una nota que no sabemos qué lleva escrito. La imaginación vuela. En cualquier caso, una nota significa alguien que está a nuestro lado. Y eso no es poco. Es, quizá, todo.
Luis Corrales: Una pequeña historia en tres versos.
días de sol -
sus dientes blancos
más blancos
al caminar
el viento se arremolina
entre mis dedos
Maitia: Un haiku al detalle, a las sensaciones, que invita a cerrar los ojos y sentir ese mismo viento.
vagón del metro -
va y viene y va de nuevo
una hormiga
José Luis Vicent: Uno de los mejores haikus urbanos que haya leído últimamente. Ese "ir y venir" parece señalar ya un misterioso viaje hacia nosotros mismos. Profundo.
Leonardo: Tal vez "hormiga" debería ir en plural.
Frutos Soriano: ¡Qué sola entre tanta gente (acaso)! Un ser vivo en medio de otros seres vivos (los pasajeros). Todos actores de esta película gigantesca. La hormiga hace su papel, en un escenario raro para ella. Y el poeta no se mantiene ajeno.
José María Bermejo: Los haikus de Gio denotan una gran sensibilidad. En todos hay verdadero "sabor de haiku". El primero introduce la percepción del tiempo, en la dinámica sutil del agua que se va agotando, poco a poco. El tercero intensifica la percepción de blancura en los días soleados, y al centrarla en los "dientes blancos" -tal vez de una mujer- nos provoca el efecto de un madrigal. El cuarto -perfecto en su sencillez- entreteje el contraste de dos movimientos: el del caminar humano y el del viento que se arremolina -y aquí está el acierto- entre los dedos... El quinto es rico en sugerencias y en contrastes: lo pequeño y lo grande -la hormiga y el vagón-, la sensación de peligro y de desconcierto -la hormiga, que va y viene, inerme, sabiendo o sin saber que va a ser aplastada-, el movimiento doble -el del vagón en marcha y el de la hormiga que se mueve en ese movimiento-...

Grego
Sevilla, España
paseo al alba,
la luna de testigo
calle tras calle
primer café,
y aún la luna clara
tras la ventana
Gio: ¿Quisiera seguir durmiendo? ¿La luna motiva también a iniciar el día?
trinos sin eco,
la cría de un gorrión
muerta en el suelo
José Luis Vicent: No existe el drama en la Naturaleza. Qué sabrá una avecilla de la finitud... La persistente llamada sin respuesta. Sensible.
Jordi Climent: Un haiku muy triste. Y en esa tristeza se encuentra su belleza. El pájaro canta, pero no es un canto alegre. No es una celebración. Es un canto desesperado. Es el canto de la madre, que, incansable, espera una respuesta que nunca llegará. Me parece un gran haiku.
fríos bostezos,
sobre calles vacías
asoma el alba
todos duermen,
a tientas por la casa
con luz de luna
Frutos Soriano: Tiene frescor este haiku. Es sedante y rebosa de una suave plenitud.

Guillermo Fontes
Tenerife, España
un padre y su hijo
debajo de la almohada
juntan sus manos
Viejo Libo: Haiku humano, lleno de ternura.
salta los charcos
este pequeño ninja:
piñata grande
acompasados
hijo y padre respiran:
noche de invierno
Frutos Soriano: Magistralmente reflejado el vínculo padre-hijo en un detalle sutil.
balón de fútbol
y lágrimas de niño:
valla de espinas
en la camilla
el niño busca al padre:
la ceja abierta

Haikuzale
Vitoria, España
tintinea el sol
en la taza humeante
junto al bostezo
gota en el charco
la primavera fluye
verde en el parque
parda y ligera
la primera hoja cae
saluda el otoño

Israel López Balan
Ciudad de México, México
piedras sueltas
las confundí
con tórtolas comiendo
parada de autobús
en el aire
perfume de mujer
Jordi Climent: ¡Qué sutileza! El autobús se ha ido, llevándose con él a la mujer desconocida. Pero no se lo ha llevado todo. En la parada, el perfume de esa mujer prueba su existencia, y de alguna manera, consigue que aún siga presente.
José María Bermejo: El perfume de mujer en la parada de autobús -invisible e intenso- no queda concretado, y, por eso mismo, intensifica su misterio, insinúa una historia -¿a dónde va?, ¿de dónde viene?-.
tras la ventana
mirando al colibrí
tejer su nido
el apagón
la noche recupera
su oscuridad
Luelir: En tu línea de haiku urbano (¿por qué no?). Este hermoso haiku, cuyo protagonista (la luz) está ausente, dimensiona la noche para que sea noche porque en las ciudades existen, ¡ay!, otras noches.
Frutos Soriano: Sigue Israel atentísimo a los detalles. Cada día más cercano a la sutileza del jaiku clásico japonés.
José María Bermejo: Maravilloso este haiku que, como el anteriormente comentado, podríamos denominar "urbano", más por el escenario que por la intención. Aquí, el poeta celebra lo más originario de la noche, su oscuridad "visible", acrecida por el apagón...
globos de año nuevo
la mujer embarazada
se mira al espejo
Maitia: Otro haiku con humor sutil. No exento de originalidad, la vida por encima de la vida.

James Arkham
Granada, España
Surgen figuras
y bailan en el aire.
¡Sal de la ducha!
Cristal húmedo.
Ojos húmedos. El Sol
me deja ciego.
El mar me mira
y trata de tocarme.
Rompe una ola.
Abrazo el aire.
El hueco de mi cama
tiene tu forma.

Javier Díaz Gervassini
Tharsis (Huelva), España
mis pies desnudos
probando la caricia
de la espuma del mar
los verdes del liquen
viven en las paredes
con amarillos
el mar al fondo
enmarca la silueta
del viejo triste
Jayer: La finitud del ser contrapuesta a la inmensidad del mar. Para ponerlo en un marco.
noche estival
los grillos y las ranas
forman un coro
llega la noche
el sol se va cortado
por las palmeras

Javier Lozano
Zaragoza, España
Fina lluvia
ni frío ni calor
es primavera
medito sereno
sin prisa, sin pausa
florece el cerezo
en esta fría noche
espero la llegada
del cálido amanecer
Atento mi gato observa
la llama oscilante
la roca firme

Jayer
Rawe Alto (Osorno), Chile
Pasan y quedan
pasan, las nubes bajas
por la montaña.
Luis Corrales: Hermoso haiku, cambiante, neblinoso, que curiosamente me recuerda a García Bidó.
Bajo cada ala
un pollito cubierto
del crudo invierno.
Tapado el hoyo
del ratón sólo llega
su olor a muerto.
Barbarroja: Incluso cuando la vida ha llegado a su fin, una última manifestación nos sorprende: la descomposición, el pegajoso olor de la muerte.
Sorprende al cisne
la noche, al sacar del agua
su cuello negro.

Jordi Climent
Barcelona, España
En la fachada,
la sombra de los árboles
pierde sus hojas
Frutos Soriano: Muy bien logrado el contraste: dureza-levedad (fachada-sombra). Otro jaiyín atentísimo al detalle, que plasma con objetividad y temblor.
Árbol desnudo.
Cubre tu ausencia de hojas
la nieve amiga
Se vuelven niebla.
Los trinos de los pájaros
durante el alba
José Luis Vicent: La sinestesia de este haiku es algo que puedo compartir, que no produce extrañeza alguna cuando lo leo, sino todo lo contrario; es una de esas sensaciones del "ya visto", "ya vivido", que suele acontecernos en ocasiones. Bellísimo.
Madruga el viento,
y sin bufanda encuentra
al alba helada
Entre las ramas
se filtra el alba azul.
Bosque de pinos
José María Bermejo: Poco hay que decir. La magia de la hora, el contraste suave y misterioso del azul y del verde, la perfecta expresión del momento, su maravillosa quietud...

Jorge Braulio
La Habana, Cuba
Portal a oscuras
Se volvió sólo ruido
la mariposa
Frutos Soriano: ¡Qué delicadeza! La mariposa (cuyo comer es puro silencio, según un haiku clásico) ya no la vemos. Pero ahí está, apenas la escuchamos, la sentimos. Casi nada. El haiku.
Luis Corrales: Qué hermoso puede volverse un haiku cuando supera lo evidente del instante contemplado. Aquí, un haijin que no nos habla de los maravillosos colores de la mariposa, sino del momento en que deja de percibirla con la vista y sólo le queda seguir observándola con el oído. Contemplación y misterio en lugar de cursilería y poesía fácil.
Tiembla una rama
en el agua: su sombra
sobre la orilla
Luis Corrales: ¡Maravilloso! Una rama protagoniza este haiku, y sin embargo sólo se nos habla de su trémulo reflejo sobre el agua y de su sombra sobre la orilla. Casi hemos conocido un objeto a través de su interacción con otros elementos naturales.
Flores sin nombre
La lluvia las desprende
pétalo a pétalo
Luis Corrales: Buson ya nos contó hace tres siglos la historia de los pétalos de una peonía. Aquí reconocemos el mismo dramatismo, pues dramática es la caída de unos pétalos bajo la lluvia, de unas flores que, en este caso, ni siquiera alcanzamos a identificar.
José María Bermejo: En la mejor tradición del haiku japonés, el segundo y el tercer poema de Jorge Braulio expresan un gran sentido plástico. Pienso en Buson -pintor y poeta- y en sus haikus más sutiles. El desplazamiento del temblor sobre el agua a la sombra de la orilla; el misterio de esas flores sin nombre, que la lluvia va arrancando.
Mandarinas
Su olor entre el graznido
de prietos pájaros
Luis Corrales: Entiendo que el adjetivo "prieto" nos habla aquí de la negrura de estos cuervos que graznan. Y cómo graznan: lo hacen con todas sus fuerzas, para que la fealdad de su graznido atraviese cuanto antes el aroma maravilloso de las mandarinas maduras. Lo bello y lo feo, el haiku, la vida misma, nuestra eterna condición de contempladores. Jorge Braulio Rodríguez Quintana, haijin cubano, incomprensiblemente poco reconocido por expertos y resto de participantes en anteriores convocatorias, ha dado pruebas una y otra vez de ser un maestro del haiku ante el cual sólo puedo quitarme el sombrero y expresarle mi admiración.

Jorge García Santos
Madrid, España
Mientras la espero
a la luz de la luna
calles de plata.
Un gato cruza
de madrugada
un semáforo en rojo.
José María Bermejo: He aquí otro haiku urbano, que combina -en sugerente contraste- la prohibición del semáforo en rojo con la inocente transgresión del gato, que lo cruza, ajeno a lo que significa ese código humano. La ubicación de la escena, en la soledad de la madrugada, es otro acierto.
Frenos de coche;
en la calle hojas muertas
revolotean.
Un mirlo canta
sobre la antena
de una tele encendida.
Frutos Soriano: Encantador este haiku urbano. El mirlo cantando sobre ese árbol artificial que es la antena. Haiku lleno de prana, de energía que va de la antena al canto del pájaro, recorriéndolo todo como un sutil latigazo de vida.
Luis Corrales: Curiosa captura urbana, puro contraste.
Cruza entre el tráfico
una sombra fugaz:
ave que emigra.

José A. Hinojosa
Madrid, España
Sol amortajado,
dando tímida réplica
al frío en ciernes
Una silueta
en el escaparate
¿seré yo acaso?
Se movió una coma
al posarse el mosquito
sobre la página
Maitia: Un haiku con humor, directo al detalle.
Ebrio de vino
a cada tropiezo
cuento una estrella

José Luis Vicent
Valencia, España
brumas al alba
qué despacio se adentra
la gaviota
Frutos Soriano: Me ha gustado esa sensación de cámara lenta, de bruma que todo lo amortigua. Muy bien construido.
Luis Corrales: Como si la bruma se retirase al paso de la gaviota, que entra en la bruma, o no termina de entrar; un haiku al ralentí, para saborear una y otra vez.
tarde hogareña
a las gotas de lluvia
ni se las oye
trino de pájaros
detrás de una puerta cerrada
el sol de otoño
seto aplastado
sin la vieja indigente
ya sólo un hueco
Maramín: Muy abierto, permite el desborde de la imaginación simplemente con la indicación de un vacío.
Enrique Linares: Habla de ausencias y delata un "hueco humano" que se ignora fácilmente. Delicadeza absoluta para un tema serio.
flores marchitas
veloz entre las tumbas
la mariposa
Jayer: La vida y la muerte unidas por un suspiro: la mariposa.
Grego: En este haiku hay elementos comunes: flores-mariposa, marchitas-tumbas; y a la vez contrastes: flores marchitas-mariposa, marchito-veloz. La imagen de la mariposa que revolotea con rapidez entre las tumbas me parece muy sugerente. Un haiku bien construido.
Barbarroja: Hermoso contraste entre la quietud de las tumbas y el aleteo grácil de una mariposa. La construcción del haiku es muy acertada.
Gio: ¿El ciclo interminable? ¿Un alma migratoria? ¿El olvido de los deudos?
Luis Corrales: Extraña y fascinante combinación de elementos en este haiku.
José María Bermejo: El abandono de las flores marchitas y la quietud de las tumbas contrastan con el vuelo de la mariposa, alegre, ajeno, lleno de vida. La velocidad del vuelo introduce un elemento de inquietud: el de la vida que sobrevuela la muerte, queriendo eludirla.

Josej
Valencia, España
Gélido viento,
la protesta de ramas
quiebra la noche.
Leña de hogar,
tu humo dibuja cielos
llenos de invierno.
El musgo brota,
la vida se abre paso
entre ladrillos.
La vieja barca
en la arena varada
sólo es asiento.
Maramín: El paso del tiempo actuando sobre la materia, nos muestra el poder de observación del autor.
Enrique Linares: Despierta la esperanza el haiku de Josej; aunque vieja, aún es útil la barca.
Frutos Soriano: Lo que fue y lo que queda. Impermanencia y cambio. Wabi-sabi.

Katzu
Lima, Perú
Más intenso
que aroma de jazmines
olor a mar
Frutos Soriano: Qué maravilla un haiku de este tipo: alguien diciendo las cosas más evidentes, más obvias. Y sin embargo, y sin embargo...
Luis Corrales: Personalmente echo de menos el artículo antes de "aroma", si bien es solo un detalle. Este haiku habla de una penetrante y maravillosa mezcla de olores que tengo bien grabada en la memoria.
Blanca pared
un bosque de sombras
pinta el sol
Viene y va
como un suspiro
la hoja seca
Largo sendero
la sombra camina
bajo mis pies
Sergio Abadía: Soledad en estado puro.
Entre bandadas
aves blancas y negras
bordando el viento

Konstantin
Sofia, Bulgaria
lo que fuimos,
lo que seremos...
fluye el Jarama
Frutos Soriano: Me recuerda a Jorge Manrique. Un Jorge Manrique minimalista, oriental. Pero no menos grave e intenso.
cae otra noche,
pero arden ya
las farolas
a nadie ve
el ciego mendigo
último óbolo
serpentea,
pero asciende
senda al Fudji
de rodillas -
qué alto el cielo
de madrugada
José María Bermejo: En su admirable sencillez, éste haiku es uno de los mejores. El poeta, arrodillado, mide de otra manera el espacio entre la tierra y el cielo, y se asombra de su altura. El momento -la madrugada- acentúa la sensación de espacio, a través de la sensación de soledad.

Leonardo
Pozuelo de Alarcón (Madrid), España
Un olorcillo,
y en la ardilla muerta
gusanos vivos
Frutos Soriano: Otra excelente muestra de jaiku feísta. Tierno y matizado ("Un olorcillo"). En muchos jaikus feístas alienta la misma constatación: la vida que nunca termina, que siempre se renueva.
Luis Corrales: Un buen haiku feísta, que parte de un olor (qué bien usado el diminutivo) para terminar en una imagen.
Sol de febrero,
de antiguas nevadas
creciendo el río
Un estornino,
en otra vida previa
tal vez amigo
Charco en la senda,
larvas de mosquito
culebreando
Frutos Soriano: Haiku de lo que se mueve, de lo que tiene vida, aunque sea mínimo. Muy visual el último verso.

Luelir
Navarra, España
En este invierno
las primeras arrugas
sobre mis manos.
Frutos Soriano: Constatación del paso del tiempo en uno mismo. Llega el invierno y uno siente también que es invierno en su cuerpo. En este jaiku (suave, melancólico) el poeta se percibe parte de la naturaleza. Aparece, pero discretamente, elegantemente.
No durmió nadie,
la luna se posó
en las azoteas.
Insecto de oro:
con el bosque en silencio
se oyen tus pasos.
Roto el espejo
multiplica la imagen
de su vejez.

Luis Carril García
Galicia, España
Ciudad del norte.
Por encima del tráfico
hoy se oye el mar.
Hace unos días
eran gato esas manchas
en el asfalto.
Dulcinea: Enorme dramatismo en pocas palabras.
María González: Aunque es un haiku inusual, me gustó por todo lo que sugiere. Cuando leí todos los haiku, el que se quedó en mi memoria fue este. Me parece muy bueno.
Viejo Libo: Casi un cuento sufí, digno del Mulá Nasrudín. Pero de una sencilla verdad.
Frutos Soriano: Destaco esta muestra de la magnífica colección que nos presenta Luis Carril en esta convocatoria. Podía haber elegido cualquier otro, pues todos son excelentes a mi parecer. De nuevo el haiku feísta, de nuevo la vida que muta constantemente. En este caso el poeta se ha ido al extremo: a aquello que nos hace apartar la vista. Pero no estemos olvidando que este poeta es un jaiyín y nada del mundo le es ajeno. Todo es susceptible de aparecer en sus versos (también las hojas cayendo en tropel, los perros que se ladran unos a otros, la granizada que convoca al vecindario, el ruido del mar en una ciudad del norte...).
Casi una a una
caen las hojas de un sauce.
De pronto, muchas.
Luis Corrales: Captura el instante de forma magistral.
La granizada
convocó al vecindario
en las ventanas.
Perros del parque:
desde un segundo piso
otro les ladra.
Feral: Curioso haiku urbano, con el parque como sucedáneo de la naturaleza y el pobre perro encerrado...

Luis Niño
Madrid, España
Perro sin dueño
Huellas en la arena
sorda del agua

Mafaldita
Valencia, España
Y pisa un pájaro,
agua, algunas gotas que
caen del tejado.
La espuma blanca
la última concha aleja
de la arena.
La clase, al otro
lado del cristal, una
hoja se mueve.
Borra la brisa
las marcas en la arena
de una gaviota.

Maitia
Vigo, España
un nuevo otoño
la brisa trae aromas
del mismo mar
Feral: El mismo mar pero un nuevo otoño. Gozosa vivencia del ciclo de las estaciones.
día ventoso
un pétalo en mi mano
y otro más
Gio: ¿Alguna señal de que todo estará bien? ¿El viento se lleva todo excepto algunas cosas?
finalmente
se levanta el anciano
tarde en el parque
Enrique Linares: Paz y serenidad despierta este haiku. El primer y el tercer verso cierran un círculo como en la vida.
Luis Corrales: Hermoso haiku cotidiano, de observación prolongada, con una pizca de tristeza.
sólo en la tarde
junto al páramo seco
un hombre solo
días de otoño
también en mi cabeza
alguna cana
Luelir: Maitia, no puedo menos de comentar tu haiku tan cercano al mío: "en este otoño / las primeras arrugas / sobre mis manos". Afortunada, tú que sólo ves alguna cana sobre tu cabeza, la mía es ya un copo de nieve. El otoño es un buen momento para contemplar otros otoños y asumirlos como son, como vienen, con arrugas y canas.
Grego: Me gusta de este haiku la integración del ser humano en la naturaleza, el seguir su mismo ritmo. También a nosotros nos llega el otoño, y al igual que los árboles ven marchitar sus hojas, nosotros vemos aparecer las canas. Sugiere todo esto sin decirlo. De lo más acertado de este haiku es el adverbio "también", que nos iguala a otros elementos de la naturaleza.
José Luis Vicent: Resaltar aquí el exquisito principio de comparación interna, iniciado por Bashô, así como reunir los principales elementos estéticos del haiku bien entendido, a mi parecer. Rotundo.
Frutos Soriano: ¡Qué hermoso! El hombre (la mujer) como una pieza más del mosaico de la vida y, por tanto, susceptible a los cambios.

Manuel Díez Orzas
Madrid, España
La mariquita
de las hormigas huye
entre las rosas.
Las alamedas
enloquecen al viento
semidesnudas.
Fuertes ladridos.
Apresuradas sombras
cambian de acera.
Viejo Libo: Mi atención, convocada por los ladridos, no es atraída por animales ni por hombres. Sólo por sus sombras que cruzan.
Sin cesar nieva,
tras el cristal la leche
hierve en el fuego.
Frutos Soriano: Qué íntimos estos haikus en los que se contrapone el frío del exterior con un refugio hogareño, cálido. Y más si se añaden los elementos que el autor maneja magistralmente: nieve, cristal, leche, fuego.

Maramín
Valencia, España
Tarde sin nubes,
el humo del cigarro
sube derecho
Luis Carril García: Captación y descripción perfectas de un instante de calma. Enhorabuena.
Jayer: Sensación de ocio reconfortable, más para el alma que para los pulmones.
Frutos Soriano: Maramín nos vuelve a regalar, con su habitual maestría, un jaiku digno de un ser inocente. Maramín es un niño grande que se fija en pequeñas maravillas como ésta: ese humo de cigarro que sube recto hacia el cielo en una tarde tranquila.
Ya no hay tic-tac,
el reloj de la abuela
está parado.
Dulcinea: Ese reloj que evoca a la abuela que se marchó...
Enrique Linares: Sutilmente nos habla Maramín de la muerte sin nombrarla. Un haiku abierto a todo.
Noche vernal,
solamente los gatos
entre las tumbas.
Farol curvado,
el gorrión desde arriba
observa al gato.
Vuelve a llover,
no recuerdo si existe
sol en el cielo.
Luelir: Ahora, por aquí, ya no es así pero lo fue. De octubre a mayo era difícil ver el sol y se añoraba tanto como una camarera de Nurenberg que gritaba más que decía: "En enero a Tenerife, sólo sol, sólo pescado". ¡El sol, qué alegría! ¡La lluvia, qué tristeza! Es débil la queja en tu haiku, pero el agua se necesita por igual, porque sin ella ¿cómo podríamos imaginar un paisaje verde?

Marcos
Oviedo, España
Luna de invierno:
¡Cómo brilla el abedul
al borde del camino!
Frutos Soriano: También el abedul tiene sus momentos de esplendor. Momentos que suelen pasar desapercibidos. Pero no... ahí está el jaiyín para traérnoslos, para regalárnoslos.
Luis Corrales: Buen haiku de formulación muy clásica.

María González
Atizapán, México
Cielo estrellado
en la tierra titilan
las luciérnagas.
Maramín: Afortunada la abierta comparación que le sugiere el brillo de las luciérnagas en noche estrellada.
Frutos Soriano: ...y todo se vuelve cielo. Un haiku para introducirse en él como en un sueño.
Una hoja tierna
traspasada por la luz
la mece el viento.
Barbarroja: Reunir en un mismo haiku la luz, el viento y el verde de una hoja no es tarea fácil. Su autora ha conseguido dar forma, con elegancia y sencillez expresiva, a una impresión sensitiva muy cercana al corazón del hombre. Enhorabuena, María.
Enrique Linares: Fragilidad y ternura se dan la mano en este haiku de María como en una acuarela.
Ocres y frágiles
abandonando el árbol
mueren las hojas.
Calle desierta
aleteo de pájaros
rompe el silencio.
Los niños quieren
jugar con las palomas
rumor de alas.

Marta Harnecker
Huelva, España
pájaro inmóvil
las hormigas lo inundan
todo fluye igual
tras la tormenta
todo escombros y caos
un crisantemo
Feral: Después de la tempestad (desastre-tormenta) viene la calma (la serena belleza del crisantemo). El tópico dicho transformado en todo un haiku.

Miguel Paniagua
Madrid, España
En el estanque
el reflejo amarillo
de las farolas
Huele a membrillos
el parque al amanecer.
Charco y acacia
Luis Corrales: Buen haiku de olores mañaneros. ¡Qué forma tan apetecible de empezar un día! Los haikus de Miguel Paniagua -tan correctos, tan descriptivos- han sido una agradable sorpresa en esta edición de La Pizarra.
En el estanque
(canta un mirlo en el pinar)
veo la luna
Frutos Soriano: Curioso haiku. Podría parecer, en principio, incorrecto, fallido, por ese paréntesis introducido de cualquier manera (aparentemente). Pero es ese verso el que llena de gracia el poema. El poeta mira la luna en el estanque, lo cual ya es motivo suficiente para un jaiku clásico, sereno. Pero el mirlo, de repente, se introduce en esta escena bucólica, con canto que viene desde el pinar. Como reivindicando su derecho a estar también en el jaiku, junto a la luna, el estanque y la poeta. Pues no es menos importante que la luna. Y el poeta (con actitud auténtica de jaiyín) así lo percibe y entiende. Y cede.
Orto de otoño.
Negro el mirlo en la bruma
cruza el camino
Sombra en las sombras
aletea el ruiseñor.
Niebla en el lago

Miraalsur
Madrid, España
claro de luna
en las palmas de las manos
música de aire
tampoco hoy
una carta a mi puerta
sólo el granizo
Maitia: La nostalgia sin especificar, el dolor, la ausencia y lo que todo ello implica, contraste con el granizo: frío, duro, gélido.
toque de queda
las notas de un piano
en el silencio
Gio: ¿La vida se abre paso? ¿La libertad de expresión no sabe de opresión?
ciudad sin nubes
sólo tendido eléctrico
para sus pájaros
ropa tendida
desde hace un año
falta la suya
Dulcinea: Esa ropa que falta en el tendedero, testigo mudo de una ausencia dramática.
Frutos Soriano: Los pequeños objetos nos traen la memoria de su dueño. Humildad, aceptación, emoción honda y contenida.
Luis Corrales: Haiku de serena belleza, muy amargo, muy sincero.

Momiji
Soria, España
apenas mayo,
la sombra del ciruelo
llena de pétalos
tras el recreo
almuerzan los gorriones
junto al columpio
Sergio Abadía: Se puede tocar el silencio después del recreo.
Luis Carril García: ¡Qué capacidad para, en 17 sílabas, relatar tal cantidad de acciones y de tiempo! Un recreo, unos bocadillos, una vuelta a las aulas, el aterrizaje de los gorriones, su turno de almuerzo... Enhorabuena.
José Luis Vicent: Rebosante de ternura y equilibrio formal. La precisión de la palabra de cesura "almuerza" en el lugar apropiado haciendo saltar la chispa de este haiku encantador. Tierno.
Luis Corrales: Ajetreo de gorriones tras el ajetro de niños. Haiku muy gráfico y afortunado.
tarde estival,
las caricias del niño
al perro muerto
Dulcinea: Expresa un gran dolor, ternura e inocencia.
Jordi Climent: Qué crueldad y, al mismo tiempo, cuánta ternura. La crueldad de una vida que se acaba, de un amigo que nos deja, y la ternura de la caricia de un niño, que es la caricia de la vida que sigue, la vida que crece. Una vida que también morirá algún dia.
Barbarroja: Un niño toma, a través de sus manos, contacto con la muerte. La explora, la concibe, la descubre: su frialdad, su inmovilismo. Es un momento de una relevancia total, que quizás se grabe a fuego en su memoria. El poeta ha sabido plasmar de una manera sencilla y natural la tremenda carga emotiva que encierra el momento. Magnífico haiku. Enhorabuena, Félix.
Frutos Soriano: Magnífica muestra de haikus de Momiji: levedad, sutileza, sugerencia. Destaco este haiku espléndido: no tengo palabras para definirlo, sólo silencio emocionado.
clarea el día,
y todavía el viento
en la ventana
Maitia: Desde lo cotidiano, la perfecta mimetización en forma de rutina.
quizá un relámpago,
al volver la mirada
sólo la noche

Natividad
Cartagena, España
saltando el charco
paraguas amarillo
risa de niña
boca jugosa
chupando sus dedos
come el azúcar
corre la niña
cabello negro al viento
sólo seis años
Frutos Soriano: ¡Qué economía en este jaiku! Y sin embargo, no necesitamos más para sentir.

Okapi
Cantabria, España
Playa en otoño
la huella de tus pasos
se vuelve ola.
Frutos Soriano: Atención al detalle. Y en estos pequeños detalles percibimos la danza constante del universo. La respiración del cosmos. La mutabilidad de lo uno.

Pablo
Buenos Aires, Argentina
Se abren camino
emergen desde adentro
las hojas nuevas
Frutos Soriano: Haiku de curiosidad infantil. Imaginamos al poeta mirando las hojas, escudriñando de dónde vienen, cómo nacen. Siendo uno con las hojas naciendo, sintiendo su pujanza y su fuerza, empatizando con ellas como hacía Issa con la rana ("no desfallezcas, rana, yo estoy contigo").
Hoy estoy aquí
la primavera cerca
la brisa calma
El sol de fuego
la tierra con el viento
de agua el río
El sol golpea
la hilera de árboles
contra mi rostro
Alta montaña
en hilitos de agua
baja la nieve

Palmira
Valencia, España
Arde una vela,
más allá una farola,
detrás, la luna.
Viejo Libo: Dichoso el haijin que no construyó la imagen en la mente, sino que la encontró, sencilla y milagrosa, ante sus ojos.
Feral: La mente vuela ¿inconsciente? en la oscuridad, alejándose en tres planos: vela, farola, luna...
Leonardo: ...y después ¿la luz?
Frutos Soriano: Excelente haiku de Palmira, que recuerda a aquel otro de Dennis Hutton (Karma Tenzing Wangchuk): "one moon / one pong / one frog". Homenaje a la luz en todos sus tamaños, siempre en medio de la noche infinita, guiándonos. El resto de los haiku que Susana presenta en esta convocatoria son, igualmente, excelentes.
Luis Corrales: Palmira compone aquí un haiku estrictamente descriptivo. Tres fuentes de luz acertadamente distribuidas en los tres versos, y una mirada que va -como en tantos haikus japoneses clásicos- de lo diminuto a lo inmenso.
Cruzo el arroyo.
En las piedras del fondo
no dejo huellas.
Francisco Jiménez Carretero: Atravesar un arroyo sin dejar huellas en sus piedras, igual que cuando se cruza por la vida de puntillas. Sutileza y frescura en este haiku.
Katzu: La profundidad del agua no deja huella. La pureza mantiene intacta la sensación de nuestra existencialidad. El poeta nos deja enigmas sin respuesta, así como la poesía que no responde y crece a través de la brevedad y el misterio.
El caracol
ha cerrado su puerta
de pergamino.
Noche de invierno.
"...ningún mensaje nuevo",
dice el teléfono.
Gio: ¿Otra noche fría? ¿Otra noche sin una respuesta? ¿Otra noche sin una pregunta?
José María Bermejo: Nada es ajeno al haiku. Aquí, la voz impersonal que anuncia, de manera mecánica, de que no hay "ningún mensaje nuevo", refuerza la soledad del que espera, acentuada por la noche de la estación más fría.
Iba al entierro
cuando vi aquel arbusto
lleno de flores.
Maramín: Connotancia de la vida en el momento en que se contrapone a la muerte.
Luis Carril García: ¡Cuánta emoción e impresión! Emocion por la sensación de consuelo que proviene de la Naturaleza; e impresió por la habilidad manifiesta a la hora de permitir (invitar) al lector a participar y completar el haiku. Enhorabuena.
Jayer: Como dicen los oriundos de la isla Juan Fernández: "Los tesoros no se buscan, sólo se encuentran".
Luelir: Iba a su entierro, pero, la verdad, no lo hacía muy concentrada en su memoria, por eso vio el arbusto y las flores. Y la muerte ya no lo fue tanto, y la vida quedó completada por la muerte y, aun así, ¿cayó en el tópico: "no somos nada"... "quién lo iba a decir... ¡tan joven!"?
Grego: Me llega de este haiku el contraste entre el entierro (muerte) y las flores, que revelan vida. La muerte y la vida no están tan lejos, pueden ser una de las dos caras la de la misma moneda.
Frutos Soriano: La vida tiene estas cosas, lanza estos mensajes: en medio de la muerte, la vida que puja y brilla. Sólo quien está lo suficientemente atento (un niño, un contemplativo, un jaiyín) se percata de este diálogo continuo entre el mundo y el hombre.

Pedrín Pedrarias
Murcia, España
La avispa zumba
entre racimos de uvas;
la mantis calla.
Feral: Estupenda instantánea de la naturaleza otoñal con el contraste avispa-zumbido con mantis-silencio. Misteriosa mantis...
Frutos Soriano: Este haiku me recuerda a Onitsura ("Cerezo en flor / dos patas tiene el pájaro / cuatro el caballo") y a García Bidó ("El burro es gris; / la vaca, gorda./ Ya es navidad"). Las cosas son como son. Unas hacen ruido, otras callan. Como diría Jorge Guillén... "El mundo está bien hecho".
Canta el arroyo,
canta el mirlo en la senda.
Pero tu ausencia...

Pedro Fanega
Caracas, Venezuela
Pájaro gris.
¡Cuántos colores tienes
en tu trinar!
Sergio Abadía: La belleza interior no siempre se corresponde con la exterior.
Katzu: La sinestesia provoca la confusión de los sentidos y se parece mucho al célebre poema: "El canto amarillo del canario". El haiku logra evocar el contraste de colores entre el gris del pájaro y el sutil canto cromático y musical del ave.
Frutos Soriano: El poeta va un paso más allá de los sentidos. Y los mezcla. Así nos abre la puerta de la percepción. Y pasamos...
Crecen las hierbas
entre las herramientas
del jardinero.
Maramín: Ausencia prolongada, tal vez definitiva, la vida continúa. Un haiku que insinúa, dejando la libertad de definir al lector.
Luis Carril García: Te convence de que la sensibilidad de este haijin es capaz de apreciar hasta el crecimiento de la hierba. Típico haiku, y difícil de explicar por qué gusta, pero a mí me gusta, y mucho. Enhorabuena.
Fernando López Rodríguez: "Jardineros del mundo, uníos". Las malas yerbas no se dan un minuto de descanso. Tampoco la poesía puede tener un día libre. En los herbazales también crece la poesía. Felicitaciones.
Frutos Soriano: ¡Qué maravilla! La naturaleza, el hombre. Hermanados. Wabi-sabi.
Luis Corrales: Las hierbas protagonizan esta pequeña rebelión "en casa del enemigo". Destaco su carga de ironía y humor.
Juegan los niños
orinando hacia el cielo.
Tardes lejanas.

Raúl
Bilbao, España
abandonada
la hoja amarilla
en el otoño
alma cansada
reposa el cuerpo
en esta cama

Rodrigo Sandoval
Quebec, Canadá
escalón final
pirámide del sol
la mariposa
bajo la nieve
abrazados dormían
mugre y polvo
cresta de ola
sobre el mar oscuro
Jamaica ríe
sopló espuma
el viento hizo brotar
flores de nieve

Salvatore Vinyatti
Barcelona, España
Bañan luz y sol
almendros de flor blanca,
zumban abejas
Luz entre niebla,
escarcha de invierno,
blancos dibujos
Estanque blanco,
árboles escarchados
en la orilla
No pasa nadie.
Al puente de madera
lo rompió el agua

Santiago Larreta Irisarri
Navarra, España
en la otra esquina
grises las dos beatas
están rezando
va zumba y zumba
de la taza al pastel
¡zas! una menos
Luis Corrales: Santiago Larreta siempre aporta una cierta visión divertida o socarrona de la realidad observada. En esta edición, creo que sus haikus adolecen de menor profundidad, y, aunque son todos loables e ingeniosos, se queda un poco en la superficialidad del senryû. En mi opinión, un haiku puede contener gotas de humor o fina ironía, pero nunca debe llegar a ser "gracioso", pues entonces lo estamos desvirtuando. Volviendo a este haiku en particular, destaco el conseguido dinamismo de la escena, que nos llega intacto.
se va corriendo
tras el retortijón
hacia las matas
cae la mano
tropieza y se ha dormido
en tu cadera
siento mi mano
en tu seno chiquito
tibio y tiemblo
Frutos Soriano: Encantador. Sobre todo el último verso balbuciente, donde el adjetivo parece verbo y el verbo sustantivo.

Sergio Abadía
Barcelona, España
una mirada
una flor en tu pelo
y dos silencios
resbala el agua
por el tronco rugoso
setas al pie
José María Bermejo: Dos imágenes bastan para que un haiku nos conmueva. Éste es un ejemplo, y poco más se puede decir. Un cuadro de perfecta quietud, con un toque de refinada melancolía.

Susana D.
Ciudad de México, México
el metro frena
conocidos y extraños
se juntan por igual
José María Bermejo: La escena parece banal, pero el choque fortuito entre los viajeros -conocidos o extraños- les obliga a reconocerse, a borrar las diferencias, a sentirse.
la primavera
junto a una flor
caca de perro
Luis Corrales: La primavera lo intensifica todo. El color de una flor, el olor de una caca de perro. Buen haiku feísta.
tarde sin nubes
el color del jacarandá
se une al cielo
arreglo floral
uno de los vecinos
dejó de envejecer
toda la ropa de color
en la azotea
ayer fue la blanca
Frutos Soriano: ¿Qué tendrá la ropa tendida para los jaiyines? Otro jaiku de ropa tendida. El más sencillo, pero no el menos emotivo.

Sylvia Simonet
Salto, Uruguay
Tan quieto el parque...
¿Adónde te habrás ido,
amigo viento?
Las campanadas
vuelan alto, más alto
que el campanario.
Francisco Jiménez Carretero: Más allá de la importancia de la torre, desde este haiku se anuncian los diferentes toques de las campanas.
Frutos Soriano: Haiku amplio, que expande los sentidos y el espíritu.
Ramas resecas
se extienden hacia el cielo -
súplica muda.
Brilla la luz
tras los negros perfiles.
Hay esperanza.

Tsubame
San José, Costa Rica
Ayer el bosque
susurró su plegaria,
cantos de grillo...
Tejes tu nido,
delicada urdimbre,
oropéndola.
Tibios los cuerpos,
sinuosos territorios,
buscan fundirse.

Verónica S. Wiedrich
Buenos Aires, Argentina
Brillo de plata
enciende el crepúsculo
luna de gala.
Los girasoles
inundan las miradas
de luz dorada.
Noche que enciendes
a solos navegantes
luz de candiles
Azul el cielo
lucero vespertino
la noche baja...

Viego
Pereira (Risaralda), Colombia
Sobre el tejado,
¿Un gato?
No. La luna.
Del guayacán cae una flor,
de mis ojos
una lágrima.
Solo la golondrina
sabe qué perdió
al caer la rama.
Fernando López Rodríguez: Viego, bienaventuranzas. Te presiento poeta en todas tus orillas. Las pérdidas también son abonos a capital porque nos dan la posibilidad de derivar. Esa golondrina hoy debe de estar inventando nuevos rumbos. Un haiku auténtico. Felicitaciones.

Viejo Libo
San Martín, Argentina
nieve en la calle
el humo de la olla
empaña el vidrio
Dana del Valle: Se siente el calor de hogar en el contraste del frío y los vidrios empañados, se huele a comida, a sopa caliente.
María González: Aparte del kigo, me llama la atención el fijarse en lo empañado del vidrio. Es algo que a mí también me atrae.
Luis Corrales: Estupendo haiku hogareño. Se huele esa cocina, se siente el frío.
mirando el mar
el humo de su pipa
chimenetea
olor a puerros
la sopa del invierno
calienta mi alma
Frutos Soriano: Se añade lo lírico en este jaiku, pero no puede ser de otra manera. Es lo que tienen los aromas de la cocina, y más la sopa, y más en invierno.
hombre en la orilla
la espuma lleva barcos
y trae morriña
mi buen amigo
apenas un humito
del crematorio
Santiago Larreta Irisarri: No se sabe muy bien si es humor, como el humito, negro, o más bien algo cariñoso, tierno... De cualquier manera: estupendo
Grego: En esta edición los haikus que más me han tocado han tenido que ver con escenas de vejez, madurez o muerte y su contraste con elementos de vida y naturaleza. Estoy viviendo de cerca el declinar de mi padre y esto, evidentemente, me ha influido a la hora de seleccionar los haikus. En concreto este haiku expresa de forma magistral la transitoriedad de la vida, cómo un buen amigo queda transformado en un poco de humo y cenizas: de la tierra venimos y a ella volvemos...
Fernando López Rodríguez: Y el alma de este poeta también: un humito, ardiéndose en la poesía. Felicitaciones. Ese duelo es más llevadero cuando hay tanta sensibilidad de por medio. Un abrazo desde Colombia.
Luis Corrales: Sin duda uno de los haikus más sorprendentes de esta edición. No deja de ser una estampa cómica imaginar al poeta delante del humito, y sin embargo resulta también profundo y conmovedor.

Waka
Pinto (Madrid), España
el tren se para
tras el cristal... ¿montañas?
me he dormido

Willito San
El Prat de Llobregat (Barcelona), España
Sentado al frío
se acerca un tren veloz.
Pelo alocado.
El tren avanza
por campos florecidos.
¡Adiós, invierno!
Locomotora,
gigante de potencia,
¿a dónde vas?
Cambio de ruta:
todo me parece nuevo
¿o me equivoco?
Una vuelta más,
en el estanque baila
una hoja verde.

Yuna
Canarias, España
Dormida sola
sobre las violetas:
la mariposa.
Luna dorada
después de la lluvia
entre las nubes.
Frutos Soriano: Se podría titular "Tranquilidad". Hay tanta paz en él que las cosas como que se susurran.
En el viento
se siente tu canto
nubes perdidas.

Número total de haikus: 301