Arde una vela,
más allá una farola,
detrás, la luna.
Viejo Libo:
Dichoso el haijin que no construyó la imagen en la mente, sino que la encontró, sencilla y milagrosa, ante sus ojos.
Feral:
La mente vuela ¿inconsciente? en la oscuridad, alejándose en tres planos: vela, farola, luna...
Leonardo:
...y después ¿la luz?
Frutos Soriano:
Excelente haiku de Palmira, que recuerda a aquel otro de Dennis Hutton (Karma Tenzing Wangchuk): "one moon / one pong / one frog". Homenaje a la luz en todos sus tamaños, siempre en medio de la noche infinita, guiándonos. El resto de los haiku que Susana presenta en esta convocatoria son, igualmente, excelentes.
Luis Corrales:
Palmira compone aquí un haiku estrictamente descriptivo. Tres fuentes de luz acertadamente distribuidas en los tres versos, y una mirada que va -como en tantos haikus japoneses clásicos- de lo diminuto a lo inmenso.
Cruzo el arroyo.
En las piedras del fondo
no dejo huellas.
Francisco Jiménez Carretero:
Atravesar un arroyo sin dejar huellas en sus piedras, igual que cuando se cruza por la vida de puntillas. Sutileza y frescura en este haiku.
Katzu:
La profundidad del agua no deja huella. La pureza mantiene intacta la sensación de nuestra existencialidad. El poeta nos deja enigmas sin respuesta, así como la poesía que no responde y crece a través de la brevedad y el misterio.
El caracol
ha cerrado su puerta
de pergamino.
Noche de invierno.
"...ningún mensaje nuevo",
dice el teléfono.
Gio:
¿Otra noche fría? ¿Otra noche sin una respuesta? ¿Otra noche sin una pregunta?
José María Bermejo:
Nada es ajeno al haiku. Aquí, la voz impersonal que anuncia, de manera mecánica, de que no hay "ningún mensaje nuevo", refuerza la soledad del que espera, acentuada por la noche de la estación más fría.
Iba al entierro
cuando vi aquel arbusto
lleno de flores.
Maramín:
Connotancia de la vida en el momento en que se contrapone a la muerte.
Luis Carril García:
¡Cuánta emoción e impresión! Emocion por la sensación de consuelo que proviene de la Naturaleza; e impresió por la habilidad manifiesta a la hora de permitir (invitar) al lector a participar y completar el haiku. Enhorabuena.
Jayer:
Como dicen los oriundos de la isla Juan Fernández: "Los tesoros no se buscan, sólo se encuentran".
Luelir:
Iba a su entierro, pero, la verdad, no lo hacía muy concentrada en su memoria, por eso vio el arbusto y las flores. Y la muerte ya no lo fue tanto, y la vida quedó completada por la muerte y, aun así, ¿cayó en el tópico: "no somos nada"... "quién lo iba a decir... ¡tan joven!"?
Grego:
Me llega de este haiku el contraste entre el entierro (muerte) y las flores, que revelan vida. La muerte y la vida no están tan lejos, pueden ser una de las dos caras la de la misma moneda.
Frutos Soriano:
La vida tiene estas cosas, lanza estos mensajes: en medio de la muerte, la vida que puja y brilla. Sólo quien está lo suficientemente atento (un niño, un contemplativo, un jaiyín) se percata de este diálogo continuo entre el mundo y el hombre.